Si pensás en participar en la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa te invitamos a conocer algo de esta hermosa ciudad. Sin lugar a dudas el recorrido del tranvía 28 está rico de historia y lugares lindos de la ciudad.
Lisboa es una ciudad cosmopolita, con buenos accesos y a pocas horas de distancia de cualquier capital europea.
Y hay tanto que ver y que hacer que resulta difícil tener tiempo suficiente para ver todo lo que se quiere detenidamente… Le presentamos una selección, de las muchas posibles, de todo lo que no se debe perder en la capital portuguesa.
1. Subir al Castillo de San Jorge y pasear por Alfama
Si pasa por Lisboa y no va al Castillo de San Jorge se perderá, con total seguridad, un momento inolvidable. Es el punto más alto de la ciudad, en el medio de los barrios más típicos. Una oportunidad única de sentir y comprender la unión de la ciudad con el río Tajo.
2. Escuchar un fado
Le guste o no este estilo de música, en Lisboa cenar a la luz de las velas mientras se escucha el fado es ineludible. Si tiene la suerte de oírlo cantar al pasar por una calle cualquiera de Alfama, de Mouraria o de Madragoa, aproveche la ocasión El fado aficionado o vadio es así, se canta cuando apetece y las guitarras lo acompañan.
3. Ir a Terreiro do Paço
La mayor plaza de Lisboa es también una de las más emblemáticas, símbolo de la ciudad y de su reconstrucción después del gran terremoto de 1755. En la actualidad es, principalmente, un espacio muy agradable para pasear a la orilla del río, al caer la tarde. La vista del río durante un paseo en barco también resulta muy bonita.
4. Subir en el ascensor Santa Justa
Mientras recorre Baixa, llamará su atención al pasar por el. Ofrece unas vistas envidiables sobre esta parte antigua de Lisboa, además de ser un privilegio viajar en este ascensor de más de cien años diseñado por Ponsard, discípulo del gran maestro de las obras de hierro, Gustave Eiffel.
5. Viajar en tranvía
Es un medio de transporte habitual para los lisboetas, pero también una de las mejores maneras de viajar por los barrios históricos. Queda bien en cualquier fotografía y el sonido del tranvía recorriendo las vías es uno de los más característicos de la ciudad. El 28 es el más conocido, pero hay más...
6. Visitar el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém
Lisboa cuenta con dos monumentos únicos Patrimonio Mundial. Son dos joyas del gótico manuelino que impresionan fácilmente a cualquiera. Además de las bóvedas trabajadas en piedra, que constituyen una admirable obra de ingeniería, la riqueza de los elementos decorativos relacionados con aspectos marítimos y los viajes de los navegantes resulta fascinante. 7. Probar un pastel de Belém
Es un emblema de la gastronomía portuguesa y tiene una receta secreta muy bien guardada que los hace únicos. ¡No se lo pierda! Un dulce de pastelería que a los lisboetas les gusta acompañar con un café.
8. Visitar el Oceanario, en el Parque de las Naciones
El Parque de las Naciones es un ejemplo de éxito en la revitalización de una zona industrial, con un emplazamiento privilegiado a la orilla del río. Merece la pena visitar el Oceanario, uno de los mayores de Europa, en el que se puede ver fauna y flora de los diversos océanos de nuestro planeta.
9. Visitar el Museo Nacional del Azulejo y el Museo de los Coches
Dos museos únicos en el mundo. Uno cuenta la historia del azulejo en Portugal, desde sus primeras aplicaciones en paredes en el siglo XVI hasta la actualidad. El otro cuenta con una colección de coches inigualable, con excelentes ejemplares del siglo XVIII exuberantemente decorados con pinturas y talla dorada.
10. Cenar en Bairro Alto
Lisboa también es famosa por su animada y bulliciosa noche. Después de una tarde de compras en el elegante barrio de Chiado, nada como acabar el día en uno de los miradores, el de Santa Catarina o el de São Pedro de Alcântara, y quedarse a cenar en Bairro Alto. Imprescindible para quien le guste salir de noche y divertirse.
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