Viernes Santo, una jornada de solidaridad universal con la Iglesia de Jerusalén
Mensaje de Fr. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa
Queridos amigos, queridas amigas, que el Señor os dé la paz.
Después de haber vivido más de dos años de incertidumbre a causa del Covid y de habernos hecho la ilusión de que la normalidad había vuelto, el 7 de octubre nos sorprendió de repente el estallido de una nueva guerra en Tierra Santa, que, además de causar miles de muertos, bloqueó una vez más la visita de los peregrinos, obligó a nuestros jóvenes a faltar a la escuela durante largos períodos y dejó sin trabajo a muchos de nuestros cristianos en Tierra Santa, especialmente en Belén y Palestina, pero también en la Ciudad Vieja de Jerusalén y en Israel. En esta situación sentimos la necesidad de la cercanía y la solidaridad de los cristianos de todo el mundo.
En primer lugar, a través de la oración, porque estamos convencidos de que sólo la acción de la gracia de Dios puede cambiar los corazones y orientarlos hacia el diálogo, la reconciliación y la paz. Después, una solidaridad y una cercanía a través de la peregrinación. Por último, una cercanía y solidaridad también a través de la ayuda económica.
Como frailes de la Custodia de Tierra Santa es nuestro deber, según el mandato de la Santa Sede, cuidar los santos lugares, habitarlos y hacer de ellos lugares de oración, ser acogedores con los fieles locales y con los peregrinos, y también poner en marcha obras educativas como escuelas, obras sociales como casas para ancianos y para familias jóvenes, clínicas y dispensarios, obras de promoción humana a través de la creación de puestos de trabajo.
La Colecta del Viernes Santo sirve para sufragar parte de estos gastos, gracias a la generosidad de los fieles de todo el mundo.
En esta ocasión, los frailes de la Custodia de Tierra Santa nos hacemos mendigos y os hacemos un llamamiento para que el Viernes Santo sea un día de solidaridad universal, un día en el que los cristianos de todo el mundo se ocupen concretamente de la Iglesia Madre de Jerusalén, tan necesitada en estos momentos.
Por favor, ensanchad vuestros corazones y ayudadnos según vuestras posibilidades, para que también nosotros podamos seguir cuidando de esta Tierra Santa y de sus hijos.
¡Paz y bien!
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